Las enfermedades crónicas se han convertido en pocas décadas en las principales causas de muerte en el mundo. Los tratamientos alopáticos no pueden frenar esta situación. Envejecer bien exige conocer las causas de la degeneración corporal para prevenirlas y actuar de forma preventiva y específica para revertir la enfermedad.
En este artículo de tres capítulos, abordaremos en primer lugar la degeneración, que no debe confundirse con el envejecimiento. A continuación, examinaremos las diferentes formas de degeneración y las enfermedades que se derivan de ellas. Por último, examinaremos las medidas específicas que deben adoptarse para favorecer el buen funcionamiento del organismo y prevenir las distintas degeneraciones.
Capítulo 1: No confundir envejecimiento con degeneración
Envejecer no es una enfermedad. Es un proceso biológico normal.
El médico estadounidense Craig Wilcox estudió durante mucho tiempo a los okinawenses, su dieta y su estilo de vida. Escribió sobre ellos: “No están enfermos, sólo son viejos”. Por tanto, es posible envejecer sin padecer enfermedades crónicas durante años.
Hoy en día, el fenómeno del envejecimiento es con demasiada frecuencia prematuro. Y a veces es incluso muy prematuro, con enfermedades degenerativas que pueden aparecer antes de los 40 años. Algunas enfermedades, que eran muy raras hace unas décadas, se han convertido en habituales. ¿A qué se debe? Nuestro estilo de vida actual está provocando un envejecimiento acelerado y la degeneración que conlleva.
El envejecimiento normal no debería llamarse degeneración. La degeneración es el envejecimiento prematuro. Para contrarrestar las distintas degeneraciones, es necesario comprender los elementos fundamentales que favorecen su desarrollo.
Energía
La energía es esencial para la vida y para llevar a cabo cualquier actividad. Cuando tenemos suficiente energía, nuestro cuerpo puede realizar correctamente todas sus actividades internas, las actividades vitales indispensables para su funcionamiento. Al mismo tiempo, nos permite tener energía suficiente para realizar nuestras actividades cotidianas, las que nos permiten relacionarnos con el mundo exterior (órganos sensoriales, músculos, digestión).
La falta de energía conduce inevitablemente a una disminución de la capacidad de funcionamiento del organismo. Todas las funciones internas y externas dejan de poder satisfacerse. Y las cosas se ponen muy feas si seguimos gastando mucha energía cuando ya estamos en déficit. Algunas funciones se ralentizan para preservar otras. La degeneración empieza aquí.
Toxinas
El cuerpo humano produce toxinas. Es normal. Está muy bien organizado para reciclarlas y eliminarlas. Pero es más complicado cuando las toxinas proceden del exterior, sobre todo con una exposición importante y crónica. Dicha exposición es anormal y supone una pesada carga para los órganos excretores (hígado, riñones y pulmones).
Mientras nuestro cuerpo tenga suficiente energía vital y una capacidad excretora satisfactoria, se las arregla bien. Pero en cuanto la energía falta repetidamente y/o los órganos excretores se debilitan, el cuerpo se obstruye cada vez más. Los tejidos, obstruidos por las toxinas y alterados por el efecto tóxico de los contaminantes, funcionan cada vez peor. Las enfermedades crónicas se instalan y la degeneración se extiende a los órganos.
Vivir viejo y sano aún es posible
Los 2 orígenes de las toxinas :
Endógenos: Son inherentes a la vida y resultan de la actividad celular.
Exógenos: El medio ambiente (alimentos, pesticidas, aditivos, productos químicos, cosméticos, disolventes, medicamentos, metales pesados, vacunas), y ciertos campos electromagnéticos (wifi, teléfonos móviles) aumentan los efectos de la contaminación al modificar la actividad de las células y alterar las proteínas y el ADN.
Desde hace más de 70 años, numerosas observaciones científicas y médicas han permitido constatar la buena salud de ciertas poblaciones (de Creta, Okinawa, ciertos pueblos de Cerdeña o Centroamérica). Estas poblaciones tienen algo en común: su modo de vida tradicional las preserva de la degeneración y les permite vivir con una salud excelente hasta una edad avanzada.
Las enfermedades crónicas, tal y como las conocemos, no siempre aparecen y, cuando lo hacen, se manifiestan más tarde y duran tres veces menos antes de la muerte (2,5 años frente a unos 7 años en el caso de las cardiopatías). ¿Por qué hay tanta diferencia? Porque el organismo se debilita y se obstruye menos rápidamente.
En el segundo capítulo de este artículo hablamos de las distintas formas de degeneración y de las enfermedades que se derivan de ellas.