“Descuidar la salud no es razonable; cuidarla demasiado es mucho peor”. Esta sentencia de Chauvot de Beauchêne (Maximes, réflexions et pensées diverses – 1819) data de hace casi dos siglos. Si la primera parte de esta frase es obvia, la segunda lo es mucho menos.
En comparación con los excesos modernos, es difícil imaginar lo que significaba descuidar la salud hace dos siglos. Vivimos en una época de extremos, con la comida basura y, más ampliamente, la vida descuidada, por un lado, y una obsesión por la vida sana, por otro.
Cuidar la salud es algo muy bueno. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno. Al querer hacer demasiadas cosas bien, corremos el riesgo de hacerlas mal, de hacernos daño y olvidarnos de nosotros mismos.
Por ejemplo, la ortorexia es un trastorno alimentario que consiste en una obsesión por comer sano. Es una obsesión por controlarlo todo para tener una dieta ideal, libre de toxinas, para alcanzar una forma de pureza a través de la comida. La ortorexia es la forma extrema de obsesión por la comida basada en la noción de alimentos sanos y no sanos. Lo bueno y lo malo que permite purificar el organismo y no obstruirlo.
Cuidar la salud se está convirtiendo en una norma, pero una norma obsesiva. Al igual que “caminar o morir”, es posible resumir la moda de estos nuevos comportamientos en pocas palabras: ¡Haz bien y cállate! Comer sin gluten, sin lácteos, beber zumos de verduras, hacer 30 minutos de actividad física al día, dar al menos 10.000 pasos diarios, levantarse a las 5 de la mañana, tomar un vaso de zumo de limón y subirse a un trampolín… Con todo esto, tenemos garantizadas la salud, la energía y la realización personal. Depende de ti.
Pero, ¿funciona realmente? ¿Es seguro? Como cualquier método abordado sin discernimiento, personalización o desarrollo personal, los resultados no siempre están ahí o son sólo parciales.
Vivir de forma saludable puede conducir a la desocialización, a la ceguera ante comportamientos peligrosos y a un gran estrés (conflictos con amigos y familiares, sentimientos de privación excesiva, prácticas que contradicen a uno mismo y sus valores, etc.). Cuanto más aumentan estos parámetros, más destructivo resulta el estilo de vida saludable previsto, aunque parezca muy bueno sobre el papel. Así, cuidar demasiado la salud se convierte en algo aún más irracional que no cuidarla.
Cuídate, sí, pero no a cualquier precio. No te conviertas en un dictador contigo mismo y corras el riesgo de hacerte daño. ¡Realízate! Siéntete bien con lo que haces Y reconecta contigo mismo.